Al salir conseguirás un trabajo en una empresa que te enseñará mucho y eventualmente te jubilarás. En los puntos intermedios te casas, tienes hijos, compras tu auto y tu casa. Estas eran las promesas que le tocaron a nuestros abuelos o a nuestros padres, pero si tú crees que va a ser real ahora, vives en una fantasía. La situación de vida, la expectativa y las aspiraciones han cambiado.

Llegamos a un punto en donde empezamos a sentir que la vida se complica. Decisiones tras decisiones y por supuesto responsabilidades. ¿Cuál fue tu primera decisión de adulto?

Probablemente fue escoger tu carrera. ¿A qué te vas a dedicar? Esta no es una elección fácil y hay muchas motivaciones. Buscamos tomar la opción más benéfica o la más eficiente y ese es nuestro error, incluso permitimos que alguien más la decida por nosotros, creyendo que será la decisión más acertada. Después de todo si todo sale bien harán ese trabajo por al menos 35 años inspirados sólo en la promesa del resultado.

Trata de recordar ese momento en que te diste cuenta de que ya eras adulto, de las decisiones que tuviste que tomar y las consecuencias que conllevaban. Analiza, cuestiona y asume tus decisiones, pero debes de decidirlas TÚ, tomarlas TÚ, nadie más lo debe hacer por ti. Y busca enamorarte del proceso, no sólo te claves en un resultado, enfócate en disfrutar del camino.

Nada es imposible, lo imposible sólo tarda un poco más.

Soñar, creer y chingarle.

¡Los chingones somos más!